domingo, 15 de febrero de 2015

Bienvenido

¡Bienvenido, viajero, a la Cueva de los Infinitos Recovecos y los Serpenteantes Ríos Subterráneos!
La tabla de piedra que sostienes en tus brazos y que intentas leer con tus dedos en la penumbra de esta gruta es un mensaje que he dejado para aventureros como tú. Mi nombre es Drexfin, soy la lucerna de barro que se encuentra a tu lado, apagada o, más bien, cuya llama se encuentra escondida. Ruego me disculpes por no recibirte como se debe, pero es necesario que no agote mis fuerzas en vano y no consuma del todo mi aceite, el cual podrás darme de beber y podré usar solamente si necesitas de mi guía. Porque en efecto, mi padre el Fuego, o sea, yo mismo en otra época, me colocó aquí a tu disposición y la de cualquier otro intrépido buscador de verdades con la condición de que me mantuviesen vivo.
Para esta empresa he llamado a los otros elementos en mi ayuda, pero sólo han accedido el agua y la tierra. Su matrimonio bajo mi cálida bendición ha dado como fruto el vehículo que me contiene. Sin embargo, me elude el invisible aire, de quien no he tenido respuesta y sin el cual no puedo moverme. Avívame pues, de a poco, con tu espíritu, para que el aire fresco del cavernoso laberinto de las profundidades a su vez nos anime a ambos, haciendo propicia la mutua compañía por la cual descubriremos arcanos secretos.

Una advertencia, empero: mi luz es tímida e inconstante, creando así sombras titilantes y confusas más que figuras claras y distintas. No me culpes, sin embargo, totalmente a mí de esto. El extraño lugar en el que estamos inmersos hace de la confusión misma su materia constitutiva. Es por esta razón que me he puesto a tu servicio, extranjero amigo, al mismo tiempo que invoco tu sostén. Porque solos somos una orgullosa nada, pero juntos… ¿quién sabe? Tal vez podamos estar humildemente en Todo.

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